"No hay mal que por bien no venga", trato siempre de llevar esta frase en mi mente sobre todo cuando las cosas se pintan color pesimismo (gris), y el día es un vía crucis por el bendito efecto dominó (negativo).
Aunque actuamos con la convicción de que hacemos lo mejor (inconscientemente), pensamos que poseemos la verdad absoluta, que tenemos la mejor alternativa (todo esto en fracciones de segundos)... la verdad es que la vida muchas veces nos enseña que no es así y de repente lo que ayer era verdad hoy parece ser un dato erróneo, lo que ayer era la mejor alternativa, parece ser que hoy es la peor.
Ahora, la frase que antes he mencionado tiene una nueva reformulación: "No hay bien que por mal no venga", no quiero ser categórico con esta nueva reformulación, pero parece que muchas veces cuando buscamos mejoría, háblese de: dinero, comida, comodidad, salud, diversión... en muchas ocasiones estos constituyen un lastre que nos impiden ver de manera más abierta la vida, nos volvemos dependientes de las cosas materiales, dependientes de estabilidad, somos menos libres, nos volvemos seres sedentarios en el más amplio sentido de la palabra, somos menos creativos en el encuentro con las personas, nos encontramos menos con nosotros mismos y los demás.
Y tu ¿Qué opinas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario