22 de agosto de 2010

La desgracia de ser un dominicano pobre

Te voy a escribir cómo está el dominicano.

El dominicano está cansado. El dominicano está desesperado, ya no cree en nadie y menos en los policías y las autoridades del Estado.El dominicano tiene miedo, se siente sólo, tiene problemas a montones, el dinero no le da para comer como se debe, la oscuridad es compañera de camino. El dominicano piensa que nada va a cambiar para bien (para mal siempre cambia).

Aquí hay dos clases sociales; los que tienen recursos y se dan todos los lujos y además sus derechos como ciudadanos están protegidos por las autoridades, mientras que hay otra clase que su mundo es un infierno, donde se despedazan por las injusticias tanto física como mentalmente, ante la mirada y presencia indiferente de las autoridades que se venden. Seguro por la falta de valores.

¡Mírale los ojos a un dominicano! Rebosa de preocupación, la música parece ser la EXIT, el oasis de placer, el éxtasis ansiado en este vía crucis maldito y circular.

Vive en un infierno y como son ignorantes porque tuvieron que dejar el colegio para comer y ayudar a sus padres en el trabajo precario y mal pagado de la esquina, los demás (políticos y autoridades) piensan que no sirven para nada. A las autoridades le da lo mismo si siguen metido hasta el cuello en el lodo; es como si quisieran que permanezcan en esta condición para manipularlo con un colchón o una estufa de 1000 pesos y robarle el voto.

La demencia está a la vuelta de la esquina.

Si te has sentido identificado con esta situación; felicidades, has dado el primer paso para la sanación.

Dominicano, defiende tus derechos, no te quedes callado. Hazte oír!

Nota: el siguiente artículo fue redactado a partir de la experiencia de un joven de 17 años que viven en un barrio popular de Santo Domingo.

No hay comentarios: