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21 de octubre de 2010

¿Y quién podrá defendernos?

La República Dominicana se convierte gradualmente en una anarquía.

La incompetencia de las autoridades llamadas a imponer el orden social, pero sobre todo llamadas a resguardar los Derechos Humanos, ha dado origen a la propagación de actividades de ocio y comerciales de tipo antisociales en todo el territorio nacional dominicano, incrementando aún más los niveles de peligrosidad, violencia, delincuencia, impunidad y atropello. Si bien, todo fenómeno social hay que analizarlo desde un conjunto de factores que influyen en el mismo, podemos afirmar que papel empobrecido de los funcionarios del Estado tienen gran responsabilidad del deterioro progresivo de la estabilidad y desarrollo social.

Las fórmulas aplicadas hasta el momento no han servido, poniendo en evidencia la incapacidad de los distintos partidos políticos de gobernar una nación independiente hace casi 166 años.

Basta con pasear por los barrios populares de todo el territorio nacional, para darnos cuenta que éste es un país donde puedes hacer lo que te dé tu bendita gana, sin preocuparte por el daño que puedas provocar a las miles de familias que hay a tu alrededor, por ejemplo: ponerle a tu carro un juego de súper bocinas y andar por las calles con el volumen al máximo sin ningún tipo de problema o poner un establecimiento comercial emisor de contaminación acústica frente a la aprobación de las autoridades.

Altos funcionarios nos han expresado respecto al tema de la contaminación acústica, gran impotencia, frustración y miedo. Si ellos, responsables de solucionar esta situación piensan así: ¿Quién podrá defendernos?.

No confundamos la diversión con el desorden o el libertinaje. El comportamiento de un ciudadano debe siempre enmarcarse en las normas sociales y el respeto hacia el próximo. La diversión y la responsabilidad no están divorciadas y, de haber divorcio sería un indicador de inmadurez y escasa formación académica, moral y cívica.

La dinamización del sector comercial de la República Dominicana es de vital importancia para el desarrollo de nuestra nación, sin embargo debe crecer en armonía con el orden, la paz social y el respeto al medio ambiente. Un buen empresario procurar que exista equilibrio entre la búsqueda de beneficios económicos y comerciales y, la paz social, si se quiere obtener beneficios a largo plazo.


18 de octubre de 2010

RD en crisis


Domingo 17 de octubre, Villa Consuelo. Son las 2:30 am, la policía está invitando a las personas a que retiren a sus casas, ya no queda mucha gente en el parque y los negocios de los alrededores ya han cerrado. Sentando frente a mi ordenador, escucho el sonido de una botella romperse en la distancia, me paro en la ventana y observo una cantidad considerable de policía, pensé: no pasará nada, la policía controlará cualquier situación que esté fuera de control. Los segundos posteriores para mi sorpresa, fue una lluvia de botellas y piedras provenientes de lugares invisibles (quizás por el ángulo de mi ventana), dirigida a los policías que observaban sorprendidos y en alerta aquel acto antisocial y de magnitudes criminales. En seguida, un policía saca su pistola y dispara al aire, acto seguido comienza una balacera. Mi madre me dice que me aleje de la ventana, camino nervioso por toda la casa tratando de buscar una explicación en mi cabeza de lo que está ocurriendo, busco una justificación. No encuentro ninguna respuesta a mis preguntas internas sintiéndome decepcionado conmigo mismo y con la sociedad que me vio crecer. Nunca en mi vida había escuchado tantos disparos, nunca en mi vida había visto un acto tan fuera de la lógica, lleno de violencia e irresponsabilidad, a sabiendas que la policía tiene permiso para aplicar la pena de muerte cuando les dé la gana.

El sonido de los disparos, del descontrol, de la violencia, del desequilibrio, de la anarquía, toco mi puerta, me silenció por unos momentos, me abrió los ojos y me alertó de que esto no es un juego, que esto es muy peligroso, que hay muchas personas (entre policías y delincuentes) desequilibradas, quizás buscando una razón para hacer sus vidas más interesante, quizás buscan una razón para darle sentido a una vida que ha sido esclava de la miseria, discriminación, exclusión, maltrato, odio, carencias, quizás buscan una víctima para vengarse de la vida inmisericorde que les tocó vivir.

La sociedad dominicana está en una profunda crisis y los políticos se apresuran para dar regalos, premios, dádivas, mensajes elaborados por profesionales de la manipulación. Ellos quieren justificar sus incompetencias, sus malas actuaciones diciendo que han sido mejores que gobiernos anteriores, pero nosotros no queremos comparaciones, nosotros queremos soluciones, soluciones a tantas necesidades que por Derecho deben ser resultas.

Yo confío y me siento muy esperanzado en ver a una República Dominicana como el país que siempre debió de ser: un país justo, ordenado, sin corrupción galopante y, respetuoso de los Derechos Humanos.


15 de septiembre de 2010

Sé a dónde voy


Sé que muchas personas no se sentirán muy a gusto con mis últimos artículos y mis mensajes que comparto por Twitter y Facebook. Pensarán que soy un tipo que sólo ve lo negativo, un tipo estresado y triste, pero es todo lo contrario (salvo el estrés).

Gracias a Dios tengo una familia que me respeta, que respeta lo que pienso y lo que hago, que me apoya con sus cuidados y detalles, que confían en mí y me hacen saber que lo que hago y cómo lo hago está bien para mí y el prójimo.

Es cierto que quejarse, criticar, exigir, juzgar las cosas, producen ciertas incomodidades, pero esas incomodidades no son ajenas al deber y a la misma naturaleza del ser humano. Si permitimos que los que nos representan en la sociedad, hagan uso a diestra y siniestra de su poder y los recursos que nos pertenecen a todos, nunca creceremos como nación y la exclusión seguirá siendo el mismo círculo vicioso de hace siglos.

Ni el temor, ni la ambición, ni la maldad será mi punto de partida. Lo que me mueve son mis valores.

29 de agosto de 2010

Carta a un amigo



Hola amigo,

El problema es acuciante, te sorprenderías el desorden, libertinaje, el "ruido" que es provocado tanto por los negocios que impunemente funcionan perjudicando la salud de los vecinos, (en mi caso, Villa Consuelo) como por los carros con bocinas que martillan los oídos e inclusive, algunos vecinos con bocinas en las puertas de sus casa promoviendo un auténtico desorden, falta de respeto, desobediencia civil, desplazando los agentes del orden, lesionando gravemente los derechos ciudadanos.

Las consecuencias son increíblemente negativas. Estudios realizado en Málaga por Martimportugués, et al. (2003) sobre el ruido comunitario, indican que las personas que son expuestas a constantes ruidos y situaciones estresantes, se observa un incremento de la agresividad, déficit de atención, problemas auditivos, odio a los factores causantes de dicho estrés y un gran descontento e indiferencia por su entorno social.

Las personas de bajo rendimiento socio-cultural, no defiende sus derechos, no tienen poder, carecen de las herramientas personales e intelectuales para producir cambios en sus entornos, para exigir a las autoridades. No se atreven, el miedo y la ignorancia les atan.

Este último año estuve realizando un máster en la Universidad Autónoma de Madrid. Es increíble lo mal parada que queda República Dominicana en cuestión de calidad educativa. Si seguimos como vamos: unos pocos avanzarán y la inmensa mayoría seguirá siendo excluida, pobre y maltratada.

La actual situación de desorden, de impunidad, de injusticia social, fiesta las 24 horas del día, los ruidos, las familias disfuncionales, son factores que perpetúan la exclusión y la pobreza. En tal sentido, creo que hay dos caminos en los cuales se debe transitar:

1. Educar a los ciudadanos de los barrios populares, realizando campaña de educación sobre los derechos y deberes ciudadanos (tengo varias ideas interesantes).

2. Presionar a las autoridades por los medios de comunicación para que cumplan su trabajo con diligencia.

En estos días he estado visitando algunas casas de las familias afectadas, todos coinciden en que esto debe parar. El martes pasado llevé a la Procuraduría de Medio Ambiente una denuncia (con 25 firmas de los vecinos) a un local que está muy cerca de mi casa.

Tenemos que movernos YA!

Hazte oír dominicano, que tu voz vale!

Muévete!

22 de agosto de 2010

La desgracia de ser un dominicano pobre

Te voy a escribir cómo está el dominicano.

El dominicano está cansado. El dominicano está desesperado, ya no cree en nadie y menos en los policías y las autoridades del Estado.El dominicano tiene miedo, se siente sólo, tiene problemas a montones, el dinero no le da para comer como se debe, la oscuridad es compañera de camino. El dominicano piensa que nada va a cambiar para bien (para mal siempre cambia).

Aquí hay dos clases sociales; los que tienen recursos y se dan todos los lujos y además sus derechos como ciudadanos están protegidos por las autoridades, mientras que hay otra clase que su mundo es un infierno, donde se despedazan por las injusticias tanto física como mentalmente, ante la mirada y presencia indiferente de las autoridades que se venden. Seguro por la falta de valores.

¡Mírale los ojos a un dominicano! Rebosa de preocupación, la música parece ser la EXIT, el oasis de placer, el éxtasis ansiado en este vía crucis maldito y circular.

Vive en un infierno y como son ignorantes porque tuvieron que dejar el colegio para comer y ayudar a sus padres en el trabajo precario y mal pagado de la esquina, los demás (políticos y autoridades) piensan que no sirven para nada. A las autoridades le da lo mismo si siguen metido hasta el cuello en el lodo; es como si quisieran que permanezcan en esta condición para manipularlo con un colchón o una estufa de 1000 pesos y robarle el voto.

La demencia está a la vuelta de la esquina.

Si te has sentido identificado con esta situación; felicidades, has dado el primer paso para la sanación.

Dominicano, defiende tus derechos, no te quedes callado. Hazte oír!

Nota: el siguiente artículo fue redactado a partir de la experiencia de un joven de 17 años que viven en un barrio popular de Santo Domingo.